Los terrenos de la U.P.R en su antigüedad
Por: Keyshla Molina De la Rosa |
Edificio B de la UPR-Utuado |
“Estos terrenos que en la actualidad se conocen como el Recinto de la Universidad de Puerto Rico en Utuado eran una finca llamada Ada y su dueño se llamaba Antonio Cabreras. Esta finca era de producción de caña de azúcar y después se dedicó a la ganadería. La finca Ada en el siglo XIX se especializaba en la caña de azúcar y para la mitad del siglo pasado Puerto Rico era una de las colonias de importación azucarera más destacadas. Los vastos terrenos de la finca se componían de Caguana, Arena, Salto Arriba y gran parte de Salto Abajo. Los trabajadores que para esta época se le llamaban “peones” eran jóvenes de 11 y 12 años en adelante. Se contrataban así de jóvenes porque mientras más jóvenes más productos se cosechaban al día,” comenzó hablando mi entrevistado, Norberto González.
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Siguió diciendo: “Además de que sus trabajadores fueran jóvenes peones contaban con los arrimados que eran personas pobres que trabajaban a cambio de comida y techo, se asemejaban al peón, pero a diferencia del peón, éstos arrimados vivían todos juntos en un mismo lugar mientras que el peón tenía su propio hogar. Ellos trabajaban de seis a seis todos los días. En estos tiempos se les pagaban a estos trabajadores con vales eran unos papeles con los que podían hacer una pequeña compra para alimentarse, en caso de los arrimados su dueño era el propietario de la tienda donde ellos compraban sus alimentos y con los vales pagaban su estadía al dueño. La economía de Puerto Rico fue cambiando poco a poco y fueron modificando los horarios. Con el tiempo, los horarios no fueron tan pesados, dejaron de pagar con vales y se pagaba en efectivo. Esto no ayudó mucho a la finca ya que si pagaban con efectivo los dueños de los arrimados y de las fincas ya no podían controlar la economía de sus trabajadores. Estos trabajadores podían ahora gastar du dinero en cualquier cosa que ellos quisieran. La mayoría de ellos caminaban un trayecto largo por los vastos terrenos de caña de la finca para poder conseguir en este caso carne o cualquier otro producto de su necesidad. La finca Ada dejó de trabajar la caña de azúcar cuando ésta fue decayendo en Puerto Rico a mitad del siglo XX. Se decidió cambiar el producto y en vez de caña de azúcar se convirtió en una finca de cría de ganado. El salario de los trabajadores era de 5 dólares semanales. Para muchos trabajadores había mejorado aunque era muy poco.”
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“Cuando estos trabajadores empezaron a arar la tierra para la siembra del heno y construcción de caminos y mantenimiento de ellos, encontraron varios petroglifos en estas tierras. También se encontró un extraño collar en forma de rosario con símbolos tainos, al igual que una vasija redonda que fue hallada en los terrenos de la finca que esos serian en la actualidad el Departamento de Tecnología Agrícola,” añadió.
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De acuerdo con Norberto González, muchos de estos petroglifos los tenían los mismos trabajadores que araban las tierras, pero cuando el Instituto de Cultura se enteró de estos hallazgos fueron a averiguar. Muchos de los trabajadores querían quedarse con los petroglifos pero el mismo Instituto de Cultura se los arrebató porque para estas personas estos petroglifos formaban parte de la historia de los grupos tainos que vivían en aquel lugar y no iban a arriesgarse a que se perdieran los petroglifos. No hubo ningún problema legal ni discusión por los petroglifos tainos. Pero si hubo altercados con los petroglifos que encontraron en el Rio Salto Arriba ya que las personas que vivían por los alrededores se los querían quedar pero el Instituto de Cultura no se los permitió y las personas que vivían a su alrededor permitían que los del Instituto de Cultura no se los llevasen. Se dice que todavía podrían quedar en el rio alguno que otro petroglifo.
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Continuó recordando: “La finca comenzó a decaer por varias razones. La primera, por la política ya que los dueños de las fincas eran también partidarios de la política. Los electores eran por mayoría los mismos trabajadores y muchos de estos no votaban por sus señores. Estos en ocasiones encerraban a los trabajadores para que si no votaban por ellos no votaran por nadie, lo que trajo que muchos decidieran no trabajar para esa finca y decidieran irse. La segunda podría ser el horario ya que éstos eran explotadores. La tercera, ya no quedaban muchos arrimados en la finca por el cambio de pago a los trabajadores de vales a dinero. Al aumentar el número de peones que vivían arrimados y al tener que pagar con dinero a tanto trabajador, poco a poco fueron quebrando hasta que el dueño, Antonio Cabrera, decidió vender los terrenos de la finca en porciones. Las primeras porciones eran las porciones que estaban ubicadas en las carreteras. Casi todas esas porciones vendidas eran para residencias. Las otras no muy lejanas eran residencias o solares. Las más alejadas eran de personas que querían terrenos para parcelas. Luego, cuando el dueño quedó totalmente quebrado, el gobierno mismo le quitó los terrenos que aún le pertenecían y que eran el lugar donde vivía. Al ser la finca Ada tan amplia nunca se pudo vender para aquella época toda la finca. En una ocasión se investigó que tan solo tenían 90 cuerdas y eran como 100 de la finca Ada en total. El gobierno optó por quedarse con algunas tierras, las más cercanas, y las otras se las regalaron a las personas más cercanas a las tierras. Así fue como la finca Ada dejó de ser una finca y se esparció como hogar de más de 1000 o más personas en Utuado. Además de que el lugar donde vivía Antonio Cabreras es ahora nuestro Recinto de U.P.R de Utuado,” terminó contando.
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